domingo, 13 de marzo de 2011

Ese extraño que veo y que soy yo


art café  (E.A. 2011)


Hoy solo tengo preguntas, frases inacabadas, versos sueltos. Como si no me reconociera en mis propios pensamientos y todavía no hubiera encontrado la forma de conversar con esa persona que piensa dentro de mí. Cuando llegó el viernes pensé: a ver si termina esta semana de una vez. Sabía que había cumplido con mi deber y no recordaba ningún suceso perturbador, pero no tenía ganas de echar la vista atrás. Y si miraba a mi alrededor, ¿qué veía? Una enorme nube gris en el cielo, una lluvia de gotas finas como polvo flotando en el aire.

Nada está a la altura de los sueños. Esta frase que leí en el periódico lleva una semana prolongándose como un eco en mi cabeza. Aparece y desaparece como la luz de una bombilla a punto de fundirse, y no se asienta en ningún sitio. Creo que no significa nada. ¿Qué destruye más la realidad: el deseo o la decepción? Hoy escribo esto para quitarme las palabras de encima, pero no lo haría si pensara que solo me escucha ese extraño que soy yo. Lo hago porque me estás leyendo tú.

Creo que esta desazón que tengo es una secuela de un cuento de Francis Scott Fitzgerald que leí esta semana: Un viaje al extranjero. En él se cuenta la historia de una pareja que pierde todas sus reservas de vitalidad sin darse cuenta. Se miran en los otros sin percatarse de que lo que desprecian es una imagen reflejada en un espejo. Quizá no nos deberían dejar soñar cuando no sabemos nada de la vida. Así se evitaría que nos convirtiéramos en esclavos de un sueño inalcanzable.

3 comentarios:

  1. ¿Existe lógica en los sueños? De haberla no sería muy diferente a la de la vida real. No deberíamos tener miedo a mirarnos en el espejo, aunque, a veces, no nos guste lo que veamos. Yo creo que deseo y decepción se contaminan constantemente, son inseparables. Siempre es más fácil proyectarnos en los demás, hacia afuera. Los sueños, a diferencia de la vida, nunca nos pueden convertir en esclavos. Si no lo consigues buscas uno que lo sustituya. En la vida tienes que aprender a conocer y a vivir con tus limitaciones.

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  2. En una primera lectura Emma Bovary es esclava de sus sueños. Entonces pensé que la Bovary era víctima de sus lecturas. En una segunda lectura me he dado cuenta de que se trata de una gran egoista. Reflexionando sobre ese libro y sobre tu post acabo concluyendo que en muchas ocasıones los sueños inalcanzados son un disfraz para el egoismo más descarado.
    Con perdón.

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  3. Cuánta razón tenéis los dos. Casi podríamos decir: prohibida la tristeza. Pero sería una norma solo al alcance de los fuertes. El resto avanzamos a tientas, en manos del destino. Y es cierto lo que dice Domingo: los sueños son locos, la vida es una locura, y atreverse con ella es el mérito más alto. Y tú, Corto, tan implacable como siempre. Pobre Emma. Y lo dices con una frase que quema: los sueños inalcanzados son un disfraz para el egoismo más descarado. Es curioso, pero eso es lo que le pasa a la pareja protagonista de 'Un viaje al extranjero', el cuento de Fitzgerald. "Es terriblemente egoísta", piensa Nicole cuando se mira al espejo. Gracias a los dos, habéis venido para iluminar este oscuro post.

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