jueves, 28 de julio de 2011

El secreto

Baño al atardecer (E.A. 2011)


Cuando somos pequeños todo lo que sabemos es secreto para nosotros mismos. Se dice al comienzo de Sueños mecánicos, de Jayne Anne Phillips. Leí eso y ya no pude seguir. ¿Es cierto? A fuerza de no saber nada de este mundo, los niños deben de conocer algún enigma de la vida que luego se diluye. Si es cierto, cuando crecemos olvidamos lo que sabíamos sin reconocerlo. Y ya todo está perdido para siempre. Nos alejamos de ese secreto y entonces nos perdemos a nosotros mismos.

Solo nos queda ver sombras, siluetas a contraluz. Por eso la belleza, que es un acercamiento a ese secreto desaparecido, tiene siempre algo de delicado y triste. No sabemos. Vivimos con la sospecha de que hemos olvidado algo valioso, y con la certeza de que nunca lo recordaremos. En los años venideros, la verdad que se pondrá a nuestro alcance no importará mucho ya, aunque su pequeñez no mitigue el ansia de conocerla.

Para eso sirve la literatura: para imaginar los caminos verdaderos de la infancia con los que seguir avanzando, aunque sea a tientas, aunque sea a contracorriente.

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