miércoles, 12 de octubre de 2011

Un rincón iluminado

Caen las hojas (Domingo Arroyas 2011)

Hacia otro verano trata de una persona que es incapaz de comunicarse con el mundo. Hay algo en ella que convierte cualquier acercamiento a otro ser humano en un paso en falso. Es decir, el obstáculo que impide la comunicación no es exterior, sino que está dentro de ella, incluso es aquello que la constituye. Por eso, ella dice de sí misma: soy un pájaro migratorio.

“Cual pájaro migratorio, en silencio, separada de todos los seres humanos…”

Ella lo sabe y ya no lucha contra esa incapacidad. Sabe que es incurable y se resigna a padecer sus efectos. Lo peor es el constante temor a decepcionar a los demás, a no responder. Encerrada en sí misma, aislada, “sin ofrecer regalo alguno ni de día ni de noche”. Es escritora. Es un pájaro migratorio.

Cuando vuelve a su apartamento después de pasar un fin de semana fuera, sobre la alfombra le espera solo una carta de la compañía de electricidad. No se trata de soledad, la ha echado de menos. Durante el fin de semana le ha asaltado a cada momento el deseo de volver a casa y sentarse en el rincón junto a la librería, delante de su máquina Olivetti, dormir, “volver la espalda a las luces de la calle y cerrar los ojos". Allí, en ese rincón iluminado por una lámpara de pie, protegida por las hileras de libros en los estantes, cercada por la oscuridad, ante su máquina de escribir sí es capaz de conversar.

No es la soledad, es el miedo a estar en un lugar equivocado, sabiendo lo fácil que es encontrarse de repente en él cuando nos alejamos de ese rincón iluminado. Sin embargo, ¿no es cierto que vivir consiste en caer en ese lugar? Y ese lugar es distinto para cada uno, y no podemos escapar de él.

Desde este rincón iluminado escribo, mientras Natalia, sentada en el suelo con un libro entre las piernas, recita un poema una y otra vez hasta que se lo aprende de memoria:

“Nadie me escucha / nadie me ve / soy transparente / soy de papel / soy una sombra tras el ciprés, / si no me encuentran /¡¿qué puedo hacer?!”
***

Janet Frame escribió esta novela, encuadernó dos copias mecanografiadas y las guardó en dos lugares separados. No dijo nada sobre lo que se debía hacer con las copias, y la novela fue publicada después de su muerte.

2 comentarios:

  1. "el obstáculo que impide la comunicación no es exterior, sino que está dentro de ella"... hmmm... yo creo que te equivocas, Enrique, la mirada que posan sobre nosotros nos altera. Le faltó una mano que tirase de ella hacia afuera. A veces es difícil. Hay personas que son como ese rollo de celo en el que no hay forma de encontrar el principio... pero al final, si insistes, lo encuentras... ¡siempre!
    Yo creo que no encontró un buen puente, eso es todo... Me resisto a pensar que la soledad sea incurable.

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  2. Se puede encontrar esa mano o ese puente. Es posible. Se llama amor, por supuesto. Suele ser un oasis, pero más allá espera el desierto.

    Oye, lo del rollo de celo deberías habértelo guardado para un relato o una novela. Pero ya que lo has dicho aquí, te lo robaré. Solo por eso ya ha valido la pena escribir este post.

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