Primera mañana

Recuerdos del verano (E.A. 2012)

Terminé el año jugando al tres en raya con mis hijas y leyendo 'Libertad'. Y a la mañana siguiente estuvimos tomando el sol en el paseo de Terreros, bajo un cielo liso y azul que se alzaba desde la línea del horizonte de un mar sembrado de purpurina. En los ventanales cerrados del chiringuito se reflejaba el mismo paisaje de mar, pero oscurecido, como si nos fuera devuelto desde su interior silencioso, donde las mesas apiladas junto a la barra parecían guardar las voces del verano.

Excepto por un puñado de extranjeros que se atreven a mojarse los pies en la orilla, la playa está desierta, lo mismo que el paseo. En el ventanal flotan, espectrales, nuestras figuras quemadas por el sol. La isla se ve oscura y cercana, como si el cielo claro le diera más volumen, pero a la vez una apariencia de montaña flotante entre velos transparentes. Ese paisaje se queda impregnado en el pensamiento, y me gustaría que sirviera de consuelo cuando lo necesite, como una vieja fotografía encontrada al azar entre las páginas de un libro.

Pero ahora lo que me trae este primer recuerdo, todavía casi presencia, es un extraño silencio: cálido, transparente, azul; como el de la compañía del ser amado cuando empieza el día.