Seguro y extraño

Como un sueño I (E.A./2012)

El amor mutuo entre dos personas es lo mejor que podemos encontrar en este mundo. ¿Alguien duda de eso? Ese amor es una fuente de sorpresas y una puerta de acceso hacia algo noble que crece como un flor en un desierto. Podemos esperarlo todo de él. Un gesto repentino de ternura, una mirada en la que asoma el niño que fuimos, una mano fuerte que nos sujeta por el brazo. Y lo más importante: esculpe en el tiempo nuestra vida, nos convierte en bellos fósiles donde se podría leer lo que fuimos. Sin embargo, cruzamos este mundo empeñados en huir de ese amor. O no tenemos paciencia para esperarlo o nos dedicamos con terca pasión a destruirlo.

Es tanto lo que contiene... su luz es tan cegadora que puede hacernos retroceder hacia lugares de sombra, más plácidos, menos comprometidos. Afortunadamente, siempre aparece a traición, cuando menos lo esperas, y cuando ignoras o has olvidado sus promesas. Y si lo reconoces, te arrastra hacia un lugar que nunca habías visto antes. Es seguro como el sueño, porque nada ocurre en él que no sea creación nuestra, pero, como él, también es extraño, desconcertante, como si procediera de otro mundo. Quizá sea eso el amor, un extraño fruto de lo mejor que un ser desconocido sembró en nosotros.

Porque no se puede sentir sin el otro. Si no es correspondido, el amor se marchita rápidamente. Es como una vela solitaria condenada a consumirse. Pero cuando les llega a los dos, el amor parece que se hiciera presente como un árbol que, al filtrar la luz, proyecta cálidas sombras. Todo se transforma. Como un sueño.