jueves, 28 de marzo de 2013

Sobre la libertad I: 'Vida y Destino'




Cuando Vasili Grossman terminó de escribir ‘Vida y destino’ en 1960, el KGB registró su apartamento en busca del manuscrito y requisó todas las copias. El autor le escribió entonces una carta a Khrushchev: “¿Cómo es posible que en nuestros tiempos se registre la casa de un escritor y se le confisque el manuscrito de su libro, tal vez lleno de imperfecciones, pero escrito con la sangre de su corazón, en nombre de la verdad y del amor a los seres humanos? Le ruego que le devuelva la libertad a mi libro”. La respuesta que recibió fue que “la sinceridad no es el único requisito para la creación de una obra literaria” y que su novela era hostil al Estado soviético y a la lucha del comunismo en el mundo.

Grossman tenía 55 años y había sido condecorado con la medalla de Héroe de la Unión Soviética por su trabajo como reportero durante la II Guerra Mundial. Pero eso no le sirvió frente al Estado soviético cuando escribió la novela en la que dejó testimonio de una de las grandes verdades del siglo XX: el poder soviético fue idéntico al poder nazi en su representación del Mal.

Cuando falleció en 1964, la novela permanecía inédita, tanto en su país como en el resto del mundo. Pasaron veinte años hasta que fue publicada en Suiza gracias al disidente Andréi Sajárov, que logró fotografiar el manuscrito y pasarlo de contrabando al extranjero. A España llegó por primera vez en 1985, en una traducción del francés. Pero solo desde 2007 se dispone de una versión fiable traducida del ruso por Marta Rebón.

Yo leí la primera versión hace años, pero no la entendía y la dejé a medias. Ahora he vuelto a leerla y si tuviera que elegir una novela que reflejara mejor qué es el hombre, y qué es la literatura, sería esta. Además, si alguien quiere saber lo que pasó en el siglo XX, aquí lo tiene. Es asombroso cómo se combina la profundidad del pensamiento sobre los acontecimientos, sus implicaciones humanas y éticas, con la construcción de decenas de personajes, que representan distintas situaciones en un momento histórico, sus aspectos vitales y emocionales, la vida pública y la privada, y la utilización de las descripciones del paisaje, los detalles humanos más pequeños y los diálogos llenos de vida para desvelar, con un pálpito emocional que traspasa al lector, la verdad del ser humano. Y todo ello con un estilo que atrapa la escurridiza durabilidad de las escenas de la vida cotidiana como solo puede hacerlo la gran poesía: con la transparencia y fulgor de los diamantes.

A lo largo de mil páginas, Grossman busca el significado del sufrimiento más inhumano que ha tenido que enfrentar el hombre. Se pregunta cómo la radical violencia de los sistemas totalitarios paralizó el espíritu humano, para descubrir, con asombro vital, que, a pesar de todo y en cualquier circunstancia, el espíritu humano es indestructible porque en las peores situaciones que uno se pueda imaginar siempre queda un rescoldo de bondad que vuelve al hombre inalcanzable para los poderes del Mal.

“Ahí está, una mujer vieja ahora, mirando las ruinas de su casa, admirando el cielo de primavera sin saber que lo está admirando, preguntándose por qué el futuro de los que ama es tan oscuro y sus vidas están tan llenas de errores, sin darse cuenta de que precisamente esa confusión, esa niebla y ese dolor aportan la respuesta, la claridad, la esperanza, sin darse cuenta de que en lo más profundo de su alma ya conoce el significado de la vida que le ha tocado vivir, a ella y a los suyos. Y aunque ninguno de ellos pueda decir qué les espera, aunque sepan que en una época tan terrible el ser humano no es ya forjador de su propia felicidad y que solo el destino tiene el poder de indultar y castigar, de ensalzar en la gloria y hundir en la miseria, de convertir a un hombre en polvo de un campo penitenciario, sin embargo ni el destino ni la historia ni la ira del Estado ni la gloria o la infamia de la batalla tienen poder para transformar a los que llevan por nombre seres humanos. Fuera lo que fuese lo que les deparara el futuro, ellos vivirían como seres humanos y morirían como seres humanos, y lo mismo para aquellos que ya han muerto; y sólo en eso consiste la victoria amarga y eterna del hombre sobre las fuerzas grandiosas e inhumanas que hubo y habrá en el mundo”.





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