miércoles, 19 de marzo de 2014

El eterno porvenir

Viaje (R. A. / 2014)

El poeta es un viajero para quien el tiempo siempre es un porvenir. Sea el pasado o el futuro, el lugar donde cae es para él un territorio inexplorado y tan peligroso que la locura de aventurarse en tales expediciones solo se explica por una confianza ciega en las posibilidades de la vida o por una fe absurda en la reversibilidad del tiempo. Como un nadador que se sumerge en un mar sin fondo, el escritor se entrega al abrazo de dioses invisibles. 

Como ese pasajero del tiempo que, esclavo del azar, da vueltas por la eternidad a lomos de una máquina oxidada, el poeta se cuela por las rendijas de lo entrevisto para acceder a los lugares de la imaginación en busca siempre del mismo sueño. A su regreso, cansado e inmortal, trae conchas marinas, piedras crujientes de escarcha, ramas perfumadas… Nada que le pertenezca. Como ante un paisaje dibujado con cera quemada, el poeta no reconoce lo que ve.

Cada pensamiento dedicado a lo vivido agranda la distancia y de esa forma sentimos que los recuerdos se consumen en el aire como nubes de algodón. Como viajeros del tiempo, cuanto más intentamos acercarnos a nuestra parte de felicidad, más nos alejamos de lo único que nos la devolvería intacta: el olvido. Así parece actuar la memoria, como un regalo que no merecemos.

2 comentarios:

  1. Llevo una temporada a vueltas con la memoria y con los recuerdos, intentando recobrar un tiempo que no volverá. Porque los seres queridos que se han ido no vuelven. ¿Olvidar? Nunca.
    Un abrazo, y gracias por esta preciosa entrada.

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  2. Siempre tendremos los libros, que lo escrito siempre queda. Gracias, Carmen.

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