viernes, 17 de diciembre de 2010

Un rincón oscuro que amaba la vida


Alguien que no llegaba, algo que no sucedía. (E.A. 2010)


Katherine Mansfield sabía que no podría separar la escritura de la vida, pero incluso ella se desesperaba cuando sentía que al escribir se alejaba de la vida. “Los cuentos parecen algo irreal, algo que no vale la pena escribir. No quiero escribir; quiero vivir. ¿Y qué quieres decir con eso? No resulta fácil explicarlo”. Pero sin ese desgarro no se puede escribir nada bueno. Ser consciente de ese miedo a perder vida con la escritura significa comprender lo importante que es escribir cuando la escritura es expresión de la vida.  

Por eso no le hizo mucho caso a Virginia Woolf cuando se le ocurrió la idea de un nuevo tipo de narrador que captara el flujo de la conciencia, el vuelo de la mente conforme se despliega en el tiempo. “Sólo pensamientos y sentimientos –le escribió Virginia Woolf-, nada de tazas ni de mesas”. Lo importante de la vida se encontraba en el interior de la mente. Ahí es donde había que explorar si uno quería descubrir algo sobre la naturaleza humana, sobre el variable y complejo espíritu humano. Sin embargo, Katherine Mansfield sabía que la vida estaba en las tazas, en las mesas, en el cepillo del pelo, en los troncos de los árboles. Envidiaba a las personas que daban vida a las cosas. Condenada a la irrealidad de la escritura y a la soledad forzada por su extrema sensibilidad, sufrió mucho al ver cómo era capaz de ver la promesa de vida que guardaban las cosas y a la vez tener conciencia de que esa promesa no estaba reservada para ella.

¡Qué extraña Katherine Mansfield! Sus personajes aparecen siempre atrapados en sus vidas, y ella, en cambio, flotaba a la deriva anhelando unas raíces que nunca la sujetarían con la fuerza suficiente. Sus personajes esperan algo que nunca llega, y ella aguarda inútilmente lo que ya ha perdido. La única raíz que le ataba a la vida era la escritura: cuentos, poemas y cartas con las que construir la propia existencia.

Le gustaba sentarse en los bancos de los parques y observar a los niños que jugaban bajo la tranquila mirada de sus madres. Esas escenas cotidianas le hacían sentirse excluida de la vida y le revelaban su soledad:

“Por qué no tengo una verdadera casa, una verdadera vida? ¿Por qué no tengo una niñera china vestida con pantalones verdes y dos niños que se arrojan encima de mí y se agarran a mis rodillas? No soy una muchacha; soy una mujer y quiero las cosas. ¿Las tendré alguna vez?... Quiero la vida, quiero amigos, quiero gente y una casa”.

Al final encontró la manera de ser fiel a la vida y a la escritura. Sufrió mucho, estuvo sola, hizo muchas locuras y al final escribió: 

"!Qué maravillosa es la vida desde el momento en que uno se entrega a ella. Me parece que el secreto de la vida es aceptarla. Discutidla, tanto como queráis, pero, ante todo, aceptadla... Sólo corriendo el riesgo de perderse, entregándose enteramente a la vida, puede hallarse la respuesta." 

Y también, poco antes de morir tan joven: 

"Solamente siendo fiel a la vida puedo ser fiel al arte. Y fidelidad a la vida significa bondad, sinceridad, simplicidad, probidad".




16 comentarios:

  1. Enrique, por más vueltas que le doy, en esta entrada sólo encuentro dos opciones de comentario:

    1. ¡Olé!
    2. Amén

    Escoge la que más te guste.

    Lo único que añadiría (por no quedar mal, dado que este mes hablo de Katherine Mansfield en La Literaria y algo debo apostillar a lo que dices) es que se equivocó en su percepción de la vida, hay gente para la cual vivir significa, sobre todo, escribir. Ella vivió cosas que otros no pudieron... lo malo es que parece ser que no lo supo hasta que se acercaba su final. Gran post ¡enhorabuena!

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  2. Yo si tengo que elegir, y solo en ese caso, prefiero la profundidad psicológica de la Woolf. Aunque cada página me requiera 3 lecturas y aun así no entienda algunos párrafos.
    un abrazo.
    LIBROS-VIDA=NADA
    LIBROS+VIDA=TODO

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  3. No, no, no se pueden plantear esas ecuaciones, Corto, los libros forman parte de la vida y dicho así no lo parece... y además, por un simple principio de resolución matemática, de ellas se deduce que los libros no significan nada. Eso no es cierto. La vida sin libros es posible, pero los libros sin vida no, hasta ahí de acuerdo; pero de lo que aquí se está hablando no es de vida en el sentido esencial, sino de "vida como la de las demás mujeres".

    KM tenía problemas de salud que le impedían el acceso a muchos aspectos de la vida digamos "normal", precisamente no aceptar esas limitaciones y asumir que tenía otras vías para ser feliz (una de ellas, canalizar sus emociones escribiendo) le hizo cometer muchas tonterías y, lo peor de todo, la convirtió en un ser permanentemente infeliz... esperando lo que para ella era imposible. Su error fue precisamente no considerar que escribir TAMBIÉN era vivir.

    En fin, no sé, así es como yo lo veo... (vaya, parece que al final lo de "Olé" y "Amén" no eran las únicas opciones de comentario... :-D).

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  4. Querida Francesca:
    Cuando en la ecuación pongo como resultado "TODO" no estoy incluyendo la felicidad. Quien es feliz? Sigiendo con las matemáticas si hubiera querido incluir la felicidad dentro del resultado de la operacion que suma la vida y la escritura hubiera puesto INFINITO. Pero el infinito no existe. Mansfield vivió intensamente (bisexual activa, aborto etc...)y esa vida le permitió escribir, para nuestro goce, grandes cosas. Si hubiera tenido una vida como la de las mujeres normales, más de andar por casa, no tan intensa, no hubiera podido escribir tan bien como lo hizo.
    La felicidad plena no se consigue. Solo buscandola se encuentra un poquito. Mansfield, ambiciosa como todo buen escritor, se sintió defraudada por la vida. Pero eso es algo que nos iguala a todos los mortales, artistas o no.
    Un beso corto
    PD: Lo peor es que KM tampoco encontró la felicidad en lo que escribió. Pero eso también le pasa al resto de grandes escritores.

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  5. Querido Corto:

    La felicidad plena... mmm... yo creo que sí se alcanza, lo que pasa es que no se mantiene más que un ratito... a veces voy a la playa en invierno, me siento en la arena, huelo el mar, lo escucho... y tengo esa sensación de estar en el sitio y momento adecuado y de ser plenamente feliz... pero dura lo que un caramelo en la puerta de un colegio...

    No entremos en debates semánticos. Estoy convencida de que ante un café llegaríamos a la conclusión de que pensamos parecido.

    ¿Ves? por eso huyo de conocer la vida de los escritores que me gustan... siempre es peor que sus obras, incluso si escarbas un poco descubres que seguramente no les hubieses aguantado ni media hora de conversación... la de KM no me ha quedado otra que conocerla por el tema del debate en La Literaria, pero hubiese preferido no imaginármela, por ejemplo en esa peregrinación absurda que emprendió al final de su vida.

    La vida no nos defrauda a todos... eso depende de lo que se espere de ella... en esta sociedad del bienestar esperamos demasiado y nada nos compensa, la decadencia es lo que tiene ;-)

    Besos.

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  6. El motivo por el que a mi me interesa muchísimo la vida de los escritores con los que disfruto es por que quiero profundizar en lo que de humanos tuvieron. Me gusta comprobar como un Tolstoi,p.e., incapaz de encontrar un sentido a su vida, recurre a la literatura para intentar poner orden en el caos. Y no lo consigue por que es humano y como tal nunca llegó a estar a la altura de su arte.
    Todo eso me fascina.
    Tienes razón en que apuntar muy alto es arriesgar a ser defraudado. Hay que ser práctico. Cierto. Lo malo es que tenemos ojos e inteligencia y tarde o temprano lo vemos claramente. En esos momentos es muy recomendable tener a mano un buen libro de uno de esos autores que nunca pudieron estar a la altura de su arte.
    un beso largo.

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  7. Querido Corto:

    Yo creo que el punto de partida de un buen escritor debe ser sentir una necesidad imperiosa de vivir la vida intensamente... y lanzarse a la invención de otras vidas que vivir, aunque estas sean imaginarias.

    El caso de Tolstoi es muy especial, porque además de crear personajes con los que expresarse y de algún modo, vivir más, aprovechó hasta su último suspiro para convertir su propia vida en un novelón (y además de los buenos). Cuando uno hace eso se contradice sin remedio. Y sí, en el caso de Tolstoi, se deviene un personaje-persona fascinante, pero en el caso de KM (más que nada por volver al tema que aquí el dueño del chiringuito ha expuesto... aunque como se ha ido podemos hablar de lo que queramos), creo que como persona no supo dotar a su vida de ninguna fuerza narrativa... captaba la menor sutileza en las acciones de los demás y en cambio ella se aferró trágica, pero también ridículamente, a una esperanza vana de vivir a toda costa... negó la mayor... optó por buscar fuera de ella, mientras que la búsqueda de Tolstoi fue interna y, de acuerdo, contradictoria a veces, pero él buscó la intensidad de lo palpable y ella la evasión de la realidad...

    Y ahora voy a tomarme un café, te ofrecería pero el tema del teletransporte todavía no está resuelto... Besos.

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  8. Yo, querida amiga, me estoy tomando un te que aquí en Estambul es lo que se suele hacer cada media hora.
    Me encantan estas discusiones. gracias por entretenerte conmigo.
    El punto de partida de un buen escritor està en un momento anterior al que tu citas. El punto de partida no es la necesidad de vivir intensamente, es la insatisfaccion ante la vida. La vida de Tolstoi a ti y a mi nos parece fascinante pero a él le parecía una porquería. Tolstoi, como KM, se sentía avergonzado de su vida y por eso se puso a escribir. Y el que KM busque fuera es debido a que dentro no encuentra lo que quiere, lo que calme su ansiedad. la ansiedad es el motor de escritura de los grandes autores.
    Cuando un escritor comienza a estar satisfecho con su vida empieza su declive.
    Yo veo los casos de Tolstoi y de KM iguales (dentor de las peculiaridades, claro)
    un beso literario.

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  9. Querido Corto, todos estamos o hemos estado insatisfechos con la vida alguna vez y no por ello escribimos ni hemos escrito como Tolstoi, algunos se lo creen, pero no, aunque les hayan dado el Planeta, no escriben ni escribirán nunca como Tolstoi... ¡qué bonita me ha quedado la frase! (pena no poder dar un sorbito de té ahora para celebrarlo... es que acabo de pintar y no recuerdo en qué caja dejé el colador).

    Tolstoi fue un vividor y, como a casi todos (diría todos, pero sería pecar de falta de rigor científico) cuando ya no podía serlo le entraron las ganas de redimirse y, en su caso concreto, de montar una zapatería. Es humano... y me gusta, enriquece el relato de su vida y lo hace apasionante.

    Pero el caso de KM no es igual, no señor, me encanta como escribe, como no la he leído mucho voy a evitar compararla, pero la entiendo a la primera y a mí los escritores que dejan que les entiendan me gustan muchísimo, me los creo más (pero igual es porque trabajo en un mundo de mucha palabrería hueca, donde si nadie te entiende pareces más listo). Digo esto para que sepas que la admiro, pero acabó convirtiendo su vida en una especie de ópera bufa... y me fastidia, precisamente porque si hubiese reflexionado un poquito se habría dado cuenta, ella veía eso en los otros...

    ¿Cómo saber si alguien está satisfecho con su vida?... en esto no tengo argumentos porque, como ya te he dicho, no leo biografías de escritores (ni de nadie, la verdad), pero alguno habrá por ahí que fuese medianamente normal y escribiese maravillosamente bien... ¿o no?

    Yo también me lo estoy pasando muy bien con la discusión... Voy a ver si vendo ahora alguna escoba, mientras te piensas (o no) lo que vas a contestar.

    Besos.

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  10. Adelante, poneos cómodos, no os cortéis, podéis seguir, se os ve a gustito aquí con el té turco y la conversación y los besos. Gracias, Francesca, por ejercer de anfitriona en mi ausencia, veo que has tratado como se merece a nuestro invitado. Os pido disculpas por mi silencio, pero es que he estado sumergido en la vida y todavía no he salido a flote. Prometo que mañana, cuando la niebla termine de disiparse, os serviré otro té y hablaré un rato con vosotros si aún seguís por aquí, que habéis escrito cosas muy interesantes. Abrazos.

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  11. Has elevado mucho el listón y he tenido que consultar mis apuntes. KM se relacionó con gente muy enrevesada y ella no era así o al menos no tenía vocación de ello. Un ejemplo: Admiraba a D. H. Lawrence y con sus respectivas parejas llegaron a vivir juntos. Parece que Lawrence estaba en realidad atraído por John el marido de KM que a su vez lo estaba por Frieda la esposa de D. H. con la que tuvo un asunto una vez muerta KM. Lawrence llegó a escribirle a KM: “eres un reptil repugnante y espero que te mueras”. KM en sus diarios lo perdono escribiendo que ella y él eran iguales. Un encanto el amigo D. H. Lawrence. Todos, o casi todos, los de Bloomsbury, unos por esquizofrénicos y otros por homosexuales acomplejados o mal digeridos, eran inestables y desequilibrados. Con gente así y con una sensibilidad como la de KM no se puede ser mínimamente feliz.
    KM pasó la mayor parte de su tiempo atormentándose y buscando sentido a su vida. Pero no digas que a diferencia de Tolstoi ella buscaba fuera. No es cierto. Mira lo que escribió Virginia Woolf (Enrique lo recoge en uno de los links) en el prologo de los diarios de KM que se publicaron 4 años tras su muerte:
    “Tenemos la impresión de estar contemplando una mente que se halla a solas consigo misma; una mente que piensa tan poco en su público que de vez en cuando recurre a una especie de taquigrafía particular, tal como acostumbra a hacer el pensamiento en su soledad, se divide en dos y habla consigo misma”.
    KM se obsesionaba en describir correctamente los objetos para poner orden en lo que la rodeaba y de ese modo intentar poner orden en su mente.
    Lo diarios terminan con la frase “todo va bien”. KM se miente para sobrevivir.
    Coincido contigo en que me gustan los escritores que se dejan entender. Virginia tiene perdón por que estaba como una cabra.

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  12. Plan telegráfico que me tengo que ir a una reunión de esas en las que me juego los garbanzos.

    Corto, todos los de Bloomsbury estaban como una cabra, no solo tu amada Virginia. Por eso no me gustan a mí los grupos cerrados, porque no se oxigenan, tienen a justificar todos sus errores y a no asumir su esencia vital, ni a respetar la ajena (estos eran homosexuales y pretendían que lo era todo el mundo, por ejemplo). Probablemente KM fue una víctima.. pero a mí no me da pena, porque era lista, yo de estar allí le hubiese dado dos guantazos y me la hubiese llevado a ver mundo… los grupúsculos asfixian y son fatales para la salud.

    He encontrado el colador, si seguís diciendo cosas interesantes esta tarde me tomaré un té con vosotros.

    Enrique, que sepas que eres tonto… ahora, por tu culpa, Corto ya no me manda besos… grrrrr….

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  13. Estoy de acuerdo con lo que escribes, querida Francesca. Enrique cierra su post con algo muy ımportante. KM al final entıende que el sentido de su vida tiene que ver con: "bondad, sinceridad, simplicidad y probidad". Tolstoı tambien entendió que la mejor forma de acercarse a la felicidad, a la paz de espiritu, era amar al prójimo, ser honesto y bueno. El gran problema de muchos escritores es la introspección en exceso. ese proceso les lleva al egoismo y esa espiral en lugar de sacarlos a flote los sumerge cada vez más. Algunos, al final, entendieron que todo era mucho más sencillo. Era el AMOR.
    Y esto que digo no tiene nada que ver con la religión.
    Muchos besos, los que te debía del comentario anterior y los de este.

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  14. Hola, amigos. Creo que estáis siendo un poco injustos con Katherine Mansfield. Para mí, tanto ella como Virginia Woolf eran personas normales, lo que eso pueda significar hablando de personas, es decir, no hay personas normales. Llevaron vidas como las de cualquiera. Lo que ocurre es que algunas de las cosas que tenían las tenían con una intensidad, ésta sí, fuera de lo normal: el talento para la escritura, la sensibilidad para captar los matices de la vida, la curiosidad por conocer al ser humano y la naturaleza, y, también, lamentablemente, la enfermedad que acabó con sus propias vidas. Pero en cuanto a sus sombras no creo que fueran más oscuras que las de cualquiera, pero ellas tenían la sensibilidad y la valentía de explorarlas a fondo, lo que nos permite a nosotros conocerlas. Por eso no estoy de acuerdo con Corto Cortés cuando dice que la introspección en exceso era un problema que lleva al egoísmo. Si alguien fue egoísta durante toda su vida ese era Tolstoi, hasta el último minuto, a pesar de que decidiera regalar sus propiedades. Tampoco me convence la visión de Francesca: creo que Katherine no estuvo nunca asfixiada por el grupo, ella salió al mundo, huyó de cualquier atadura, vivió todo lo que la vida en libertad le ofrecía (que resultó no ser mucho). Lo que la trastornaba era que se sentía de alguna forma incapacitada para disfrutar de las pequeñas cosas. Algo parecido a lo que le pasaba a Kafka. Los dos vivieron desgarrados entre la vida pura y las promesas de lo cotidiano, entre la familia y el compromiso y la libertad de la creación. Ambos eran víctimas de una sensibilidad extrema. A ambos los mató muy jóvenes la enfermedad, cuando aún podían haber comprendido que, como dice Cortés, la verdad está en el amor más sencillo. Pero lo que quería decir antes de terminar este café tan bueno, mientras noto en la ventana el frío que debe hacer ahí fuera, es que como seres humanos la mayoría tenemos la misma combinación de luces y sombras, lo que me interesa es pensar de dónde surge el arte, de qué parte de la persona. Aunque Tolstoi maltratara a su mujer, que lo hizo, debía tener una parte de sí mismo, bendecida por Dios, de donde extrajo Guerra y Paz, donde nos parece ver tanta verdad. O, por ejemplo, Truman Capote, que tenía una parte mezquina y maliciosa, que hizo daño a mucha gente, y sin embargo sus cuentos y novelas están llenos de visiones de la bondad. Yo creo que uno escribe con lo mejor de uno mismo.
    Besos también.

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  15. Queridos amigos,

    Finalmente me estoy tomando un té (soso, porque no ha habido forma de encontrar el azúcar) .

    Tenéis razón los dos... y probablemente yo también la tenga. De todo habría. Las personas somos como prismas y lo que se ve de nosotros es la luz que se refleja al rebotar en una de nuestras caras. No sé si uno escribe con lo mejor de si mismo... lo que si creo es que, los mejores, al escribir nos enseñan generosamente su ser más íntimo, exponiéndose a que les conozcamos, les analicemos, les odiemos y les amemos, según tengamos el día.

    Los escritores son mucho más valientes que el resto de las personas, porque en la mayor ficción uno enseña la parte más frágil de si mismo... y para exponerse así hace falta mucho valor.

    Lo dicho señores, ha sido un placer. En realidad no iba tan desencaminada en mi primer comentario, porque al final sigo teniendo las mismas opciones: decir ¡olé! o decir ¡amén!.

    Besos a los dos y gracias por regalarme esta bonita conversación sobre libros y sobre la vida que rezuman.

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  16. Tolstoi era el tio más egoista del mundo, es cierto. Tan egoista era que lo que hizo bueno no lo hizo por los demás sino por acallar la ansiedad que lo carcomía por dentro. (aunque como dice Savater en "Etica para Amador" ese no el mal camino para llergar a ser un hombre ético). Mirarse tanto el ombligo agrandó su egoismo, en mi opinión.
    Yo creo que el arte se genera de la rabia y la ansiedad generada en el escritor por la vida siempre tan decepcionante. Se dice de los buenos escritores que crean un mundo. Es cierto por que ahí como si de pequeños dioses se tratara reelaboran la realidad para intentar amistarse con ella.
    Bueno os dejo que Wendy me pide que le ayude a hacer maletas. Mañana vuelvo a España.
    Os lo cuento solo a vosotros, no se lo contéis anadie. No me apetece nada volver a la realidad de mi pais y menos en Navidad.
    Besos cortos y largos.
    PD: Estoy contigo Enrique. Todos estamos locos. La diferencia es que algunos necesitan ayuda profesional y otros no.

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