viernes, 4 de noviembre de 2011

Almas heridas

The Gosths of Paolo and Francesca, de Ary Scheffer, 1853

El segundo círculo del infierno es el de los pecadores carnales y los lujuriosos. Algunos son, en realidad, víctimas del Amor, de un amor demasiado grande, y de su propia debilidad. Están allí, más que por elegir el mal, porque no tuvieron fuerzas para elegir el bien. Han llegado allí arrastrados por el mismo torbellino de la pasión que los arrastró en vida. Por eso lo que Dante siente por ellos es compasión, y ante ellos se queda aturdido hasta el desmayo. Es un infierno suave.

Están allí “los pecadores carnales que sometieron la razón a sus lascivos apetitos”, condenados a ir de aquí para allá sin reposo, esclavos de su pasión, arrastrados como sombras envueltas en un torbellino. Allí están Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris y Tristán. Y entre ellos hay una pareja que vaga unida y que parece al margen del torbellino, mecida por un viento melancólico. Son Francesca y Paolo, tan apreciados por los románticos. Están, como los demás, atormentados por su debilidad ante el amor, pero hay algo que los diferencia: su amor es compartido, lo que hace que tengan más paz que el resto de lujuriosos. Se las han arreglado para estar juntos en el infierno, lo que ya tiene mérito.
“Así como dos palomas, excitadas por sus deseos, se dirigen con las alas abiertas y firmes hacia el dulce nido, llevadas con el aire por una misma voluntad, así salieron aquellas dos almas de entre la multitud a través del aire malsano…”
Ellos compasan las palabras con las lágrimas, y dan la misma explicación de su tormento: fueron víctimas del amor, que se apoderó de sus cuerpos, los embriagó de placer y ahora envuelve sus almas desdichadas.

Dante llama a estos amantes almas heridas y se estremece al pensar cómo los pensamientos más dulces se han convertido en dolorosos, cómo el deseo y el placer están tan cerca del sufrimiento. Y le hace a Francesca una pregunta terrible en cuya respuesta podríamos encontrar el sentido de tantas vidas: “En tiempo de los dulces suspiros ¿cómo os permitió Amor conocer vuestros secretos deseos”.

Y la respuesta de Francesca es muy misteriosa. Fue leyendo la historia de los amores de Lanzarote por Ginebra como los amantes se enamoraron. El amor echó su red cuando leían juntos la escena de un beso. Un beso sereno que llega tras intensas miradas, y a través del cual lector y personaje, Francesca y Ginebra, Paolo y Lanzarote, se funden en un mismo ser, lo que lleva a Francesca a exclamar, olvidando que está en medio del infierno: “Jamás se ha de separar de mí”.

Es el relato de un amor lo que les inspira el amor. ¿Y qué hay de la pregunta? ¿Al menos os permitió Amor conocer vuestros deseos secretos? No hay arrepentimiento, aunque sí dolor. Lloran recordando el amor, pero también están convencidos de la verdad de su amor, y por eso renuevan su promesa de eternidad. Un corazón noble no nos libra del mal. El Amor no asegura la dulzura. Todos debemos pasar por el infierno. Pero incluso allí la lectura y el amor nos consolarán con su ilusoria esperanza.

3 comentarios:

  1. Yo creo que Ángel González bajó a ese infierno con Dante y con Virgilio, conoció a ese par y les escribió este verso. (Y si no lo hizo, lo mereció ¿a que sí?).

    INMORTALIDAD DE LA NADA

    Todo lo consumado en el amor
    no será nunca gesta de gusanos.

    Los despojos del mar roen apenas
    los ojos que jamás
    -porque te vieron-,
    jamás
    se comerá la tierra al fin del todo.

    Yo he devorado
    tú me has devorado
    en un único incendio.

    Abandona cuidados:
    lo que ha ardido
    ya nada tiene que temer del tiempo.

    (Y si ni lo hizo, ni lo mereció es igual, porque leer a Ángel González, aunque sea en el infierno, como bien dices, consuela).

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  2. Tal vez porque el Amor jamás te manda al infierno .... aunque a veces lo parezca.

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  3. Hola, amigas. Sois dos románticas sin remisión.

    El amor tiene dos puertas y una de ellas conduce a la soledad. Y allí los enamorados se convierten en "personas que le cuentan sus secretos al vacío".

    (Gracias por los versos y por el optimismo).

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