miércoles, 17 de julio de 2013

Una hoja que no ha de morir

Luz de agosto (E.A. /2013)

¿Conocí el amor alguna vez? ¿Era amor o pena
el joven cuerpo junto al que yacía?
¿Y mi corazón, esta hoja sola y obstinada
que no ha de morir, aunque perezcan la rama y la raíz?
Oh, madre sueño, cuando pulsen estos años,
uno tras otro, su más amarga nota, y se extingan
en la lenta tarde del tiempo, desprovistos de pasión como las lágrimas
que se vierten cuando la tristeza ha menguado y el dolor se vuelve gris;
aunque calienten a ese otro pecho, entre tinieblas,
los pechos de la muerte, y haya olvidado dónde yacía yo,
y arrancadas estén del tallo las hojas de la respiración,
subsiste una hoja obstinada que no ha de morir,
sino que, sin reposo en la tierra salvaje y amarga,
gana con cada amanecer una muerte, y con cada ocaso, un nacimiento

Este poema lo escribió William Faulkner en septiembre de 1925, cuando todavía no había cumplido los treinta. Fue uno de sus últimos poemas, quizá el último antes de decidir que no escribiría más versos y que toda la poesía de que fuera capaz habría que buscarla en sus novelas. 

Lo mismo que quiso expresar con su poesía, lo intentó luego durante los siguientes treinta años con su obra en prosa. El poder de la memoria o la esperanza en un mundo de cenizas son algunos de los temas que impulsaron siempre su imaginación. 

La memoria no sabe lo que recuerda cuando ya ha sido despojada de la carne, se dice una y otra vez en sus poemas. Y el capítulo 6 de ‘Luz de Agosto’, escrita en 1932, empieza así: “La memoria cree antes de que el conocimiento recuerde. Cree mucho más tiempo que recuerda, mucho más tiempo del que tarda el conocimiento en preguntarse”. Algo puede desaparecer de la memoria y sin embargo permanecer en el conocimiento. Nuestra memoria sabe muchas cosas que todavía no hemos comprendido, que quizá nunca comprenderemos. La memoria está llena de futuro y de una esperanza que nunca reconoceremos.

En ‘Luz de Agosto’ hay un hombre que huye de sí mismo, de su pasado, pero también de su futuro, como la única forma que conoce de encontrarse a sí mismo. Parece atormentado por sus recuerdos porque son más fuertes que él. En la oscuridad de la vida se convierte en un condenado que corre detrás de la esperanza, pero “demasiadas cosas corren con él, paso a paso con él, no persiguiéndolo, sino dentro de él mismo”. Hay horror y oscuridad en estas historias, sin duda. También hay mucha luz. Y poesía.


La editorial Bartleby publicó en 2008 la Poesía Reunida de William Faulkner, con traducción de Eduardo Moga y Daniel G. Richardson, en un volumen que incluye los cuatro libros de este género que escribió el autor norteamericano, todos ellos en su juventud.

'Luz de agosto' fue publicada en 1932 y es una de las obras maestras de su primera etapa como novelista. Puede encontrarse en Alfagura, con traducción de Enrique Sordo.

William Faulkner recibió el Premio Nobel en 1949. En su discurso, que aparece en el libro 'Ensayos y discursos' publicado por Capitán Swing, explicó cuál era para él el sentido que tiene en el mundo moderno entregarse a "la agonía y el sudor" que supone construir historias de ficción: el deber del escritor, dice, es elevar el corazón del hombre. "It is his privilege to help man endure by lifting his heart". No solo registrar la descomposición del mundo, sino ayudar al hombre a prevalecer recordándole que tiene un espíritu capaz de "compasión y sacrificio". 

El blog El lamento de Portnoy, de Javier Avilés, ofrece un análisis muy completo de todas las novelas de Faulkner.


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